viernes, 4 de junio de 2010

Piloto de Renault temporada 2009

Esfuerzo al máximo. Olvídense de describir algunas temporadas como 'de transición'. Si se repasan los reultados de 2009, parece increíble que muchos nos llevemos por estos 'vicios de resumen' con descripciones referentes a pasar el año con la mirada en el futuro.

Un campeón no es así. Fernando Alonso, incluso menos. Su capacidad guerrera se palpó en cada una de las carreras. Es cierto que había euforia por los grandes resultados de las últimas pruebas de 2008. Parecía entonces que Renault renacía con Alonso a sus mandos.

Pero 2009 fue un año decepcionante en este sentido. La escudería no estaba en el mapa de los rivales por algún título: el coche no tuvo ningúna mejora, ningún desarrollo evidente que le pusiera al lado de los grandes. Parecía que era suficiente con lo que se tenía.

Y con 'eso' mismo, con lo que se tenía, el español arañó, peleó, sudó y, sobre todo, exprimió hasta lo imposible un monoplaza que llegaba a su fin de ciclo, un coche que ya era un 'clásico' al lado de nuevos nombres como Brawn.

Sólo con esa actitud pueden disfrutarse posiciones dentro de la tabla de puntos como las de Australia, Bahrein, España, Mónaco, Alemania, Valencia, Italia y, finalmente, Singapur, donde Marina Bay fue el escenario de un podio del asturiano, marcando la vuelta rápida de la prueba.
Pero el equipo estaba descentrado, con un Briatore preocupado por asuntos ajenos a la pista y fallos como el de Hungría, la gran p
rueba de Fernando... truncada por la mala colocación de una tuerca durante el reportaje, haciendo que perdiese la rueda. Una escudería a la que se le notaba un pánico escénico como el que acabó teniendo en su momento McLaren a través de Ron Dennis.
¿Un año para olvidar? Cuando se puntúa en ocho carreras y se consiguen 26 puntos por parte de un piloto español por delante del Ferrari de Massa, ofreciendo momentos increíbles y un pilotaje que es una de
licia... ¿quién pretende olvidar?



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